No cabe duda de que hemos fracasado como sociedad. La realidad nos impone resetear sí o sí y dejar a un lado el lastre que llevamos arrastrando. Habernos convertido en el paradigma de la indecencia y de la gestión obscena de los fondos públicos mientras miles de familias pierden sus casas o acaban llenando las colas de los comedores públicos o las casas de caridad no soporta ya más paciencia. Y es que tenemos una oportunidad histórica para convencernos de que este ha sido sólo un mal sueño y que sus causantes van a ir pasando uno a uno por los tribunales de justicia. Porque los tribunales populares ya los han sentenciado para los restos con la tacha que se aplica a quienes estafaron a los que depositaron inocentemente la confianza en ellos. Por ello, yo os invito a promover una tierra valenciana unida, ecuménica e interreligiosa, protagonista de su presente y orgullosa de su pasado porque se ha atrevido a asomarse a la ventana de la historia para conocerla, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe.
Y es que el paisaje que nos dejan es desolador, habiendo dejado en la bancarrota entidades financieras, escaños y dignidad ciudadana. Porque si algo hemos aportado a la humanidad, con la bandera del esplendor y no con la bandera a media asta de la vergüenza que sentimos, ha sido la creatividad en crear una sociedad mejor. Una tierra que persigue ideales de fe capaz de aportar en su historia adelantos que generaron integración de los más débiles y preocupación por los que más sufrían. Si tuviera que confeccionar un catálogo glorioso de nuestras aportaciones solidarias la del padre mercedario Jofré sería la primera de ellas. Sorolla inmortalizó en su cuadro cómo defendió al enfermo mental cuando un grupo de muchachos le agredieron en la calle. Y es que los enfermos mentales eran considerados como endemoniados durante el Medievo y el padre Jofré consiguió crear la primera institución de atención mental del mundo, el conocido como Hospital dels folls, ignoscens e orats. Allí comenzó a tratarse con dignidad a aquellos que hasta ese momento permanecían atados o apartados del mundo y se les adiestró en la horticultura o el bordado de telas. Casi al mismo tiempo, San Vicente Ferrer consiguió que las legiones de moriscos errantes por las calles, huérfanos o abandonados, tuvieran un lugar de descanso en el conocido como Hospital de Santa María y que se convirtió en la institución benéfica más antigua del mundo que sigue en pie. Allí puso a sus compañeros dominicos a atender una institución que sería el primer orfanato que se conoció en el mundo. En el siglo siguiente, el más universal de nuestros humanistas, Luis Vives, escapó de la peor de las intolerancias religiosas, la promovida por la Inquisición o Santo Oficio, para enseñarle al mundo en su “Tratado del Socorro de los Pobres” que era necesaria una nueva forma de acercarse a la mendicidad que se alejara de mentalidades falsamente proteccionistas, paternalistas y caritativas y que desarrollara en el ser humano todas sus potencialidades. En pago a esto su padre fue quemado frente a la puerta de los Apóstoles de la catedral y su madre fue quemada en efigie.
Parecida suerte tuvo el judeo converso Lluis Alcanyis, primer catedrático de Cirugía del mundo, primero en realizar disecciones sobre cuerpos humanos y el primero en tratar de forma científica una lacra como la peste que diezmó de forma inmisericorde durante siglos la población de los territorios europeos. Nuestro premio fue parecido, perecer junto a su mujer en la más macabra de las hogueras de la intolerancia. Y también Gaspar Torrella fue el primero en atender de forma científica a las enfermedades venéreas y Crisóstomo Martínez el primero en realizar unas láminas de la anatomía humana perfectas como pocas. Hoy, el doctor Cavadas se presenta ante el mundo como nuestro cirujano más creativo y recuperador de oportunidades para los niños en forma de miembros perdidos y operaciones imposibles. Por tanto, construir una tierra valenciana con espíritu de servicio, capaz de educar a la paz alejada del absurdo conflicto es más imperioso que nunca. Hemos demostrado que sabemos promover los derechos humanos y hacer que nuestra gente lidere sin sombra de dudas proyectos revolucionarios para las artes, las letras, la solidaridad, el deporte, la medicina o los cambios sociales. En mi libro “101 hechos legendarios en la historia de Valencia” me he esforzado en recoger muchos de ellos para concebir a Valencia como una tierra capaz de inspirar caminos de unidad. Si con este trabajo, cuyos ingresos ayudarán a los niños de los colegios con historias más terribles de los barrios de Nazaret y Fuensanta, consigo sólo una parte de lo propuesto mi ambición con minúsculas estará más que satisfecha.
http://www.revistacresol.com/la-historia-de-la-cultura-en-valencia-inspira-caminos-de-unidad/
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